2 feb 2011

Al César lo que es del César


Jamás podré reconocer la calidad personal de alguien que es capaz de traicionar de la manera más infame y que, sin ningún reparo, tira por la borda una amistad sincera de la manera más baja posible, además, es incapaz de dar la cara para enfrentar las consecuencias de los errores cometidos. Definitivamente no sería consecuente con lo que creo, y con lo que soy, si hiciera lo contrario.


Sin embargo, aunque a muchas personas les cueste o simplemente sean incapaces de hacerlo, una persona tiene muchos "planos" en los cuales se desarrolla. Una persona puede ser un pésimo ser humano, pero un excelente profesional, y si bien son situaciones opuestas, son dos cosas diferentes que se dan y que uno debe se capaz de separar, comprender y reconocer.


Este domingo, en la final del LI Concurso de Marinera Norteña, la categoría de Campeón de Campeones tuvo todos los elementos posibles que me permitieron, una vez más, darme cuenta de ello y reconocer la paradoja que representan algunas personas.


Después de mucho tiempo, muchísimo diría yo, una pareja de marinera fue capaz de emocionarme al extremo. El baile que ambos bailarines realizaban en el escenario trascendía cualquier espacio físico posible y me trasladaron a un plano totalmente diferente. La coreografía, el gesto corporal, la intimidad de su mensaje y la complicidad de ambos, fueron capaces de hacerme olvidar, por un momento, quien era quién.


No sé cuanto duró ello, ahora sí lo sé, pero durante ese baile el tiempo no existió. La emoción de ellos me emocionó, me contagié de la sincronía, casi perfecta, la coreografía, la irreverencia, la originalidad, la creatividad, muchas cosas que ellos hacían que se viera sencillo, pero que definitivamente no lo era.


Después de mucho tiempo, alguien que no es mi hermana, logró conmoverme de una manera tan grata y tan especial. Fue entonces que comprendí que eso es lo que hace de este concurso algo tan particular, más allá de lo que (dicen) ocurre detrás de la pista de baile.


Trujillo es todo aquello que reservan los buenos y verdaderos bailarines para momentos especiales como este y que una banda o un escapulario de campeón no podrán reconocer, aunque muchos piensen lo contrario. Si bien un grupo de personas reconoce que eres el mejor; para el artista, el verdadero artista, el mejor reconocimiento es el aplauso real del público, capaz de reconocer la auténtica calidad artística de un bailarín.


Bien bailado Renato Benavides, muy bien bailado. Una vez más demostraste la calidad artística innegable que tienes. Y como me dijiste alguna vez, se divirtieron y eso es lo más importante. Sin embargo, luego de haber pasado todo lo que pasó y haber hecho todo lo que hiciste, ya no sé si sigues pensando lo mismo, pero yo sigo creyendo que eso es así.